– No le he puesto nombre. Aunque no tengan nombre, puedo diferenciarlas una a una por los dibujos y la forma. Además, ponerles nombre es inútil, porque, de todos modos, se van a morir al cabo de poco tiempo. Son amigas pasajeras sin nombre. Yo vengo aquí todos los días, las veo, las saludo y hablamos de diferentes asuntos. Pero las mariposas, llegada la hora, se van desvaneciendo en silencio. Seguramente se mueren, pero nunca he encontrado sus cadáveres, por más que los haya buscado. Desaparecen sin dejar rastro, como si el aire se las tragara. Las mariposas son criaturas de una elegancia, ante todo, efímera. Nacen en algún sitio, buscan tranquilamente un número reducido de cosas y, poco después, van desapareciendo a escondidas para irse a algún lugar. Tal vez un mundo distinto a este.
1Q84.